sábado, 1 de agosto de 2009

Ahora en Puno

Estoy en Puno, adonde he llegado por un curso que debo dictar. Llegamos a Juliaca a las 21:00 horas y, desde allí, enrumbamos hacia esta bella ciudad. Mi primera impresión (nocturna) de Juliaca es que ha crecido y se ha modernizado notablemente.
A Puno llegamos (uso el plural porque estuve en un bus con más gente) algo más allá de las 22:00 horas. El frío es fuerte, pero no he sentido algo distinto a lo que normalmente se sentía aquí. El aire frío del altiplano penetra, purificándola, el alma.
El trayecto es realmente muy impactante. El cielo límpido y estrellado reconforta los ojos andinos afincados en Lima la lúgubre. No hay duda, viajar es un tónico de purificación.
Estoy en un café internet (Chozanet) en el Jirón Lima, una calle peatonal, el centro del movimiento de esta ciudad. He buscado el local de un viejo amigo, Apu Salkantay, pero ha cerrado y, según me indicaron, habría abierto otro llamado Coca K'intu. Espero encontrarlo mañana en los pocos momentos libres que me dará el curso a dictar. Los Bancos se han apoderado de grandes casonas en ese jirón y, por lo que veo, el turismo ha bajado (debe ser la crisis internacional).
Aquí, telúricamente, me siento como en casa, a pesar de la "rivalidad" entre cusqueños y puneños. Hay más semejanzas que diferencias. Es más, en mi última visita al Cusco, un primo me contaba que el turismo al Cusco proviene, fundamentalmente, de dos ciudades: Lima y La Paz. Vuelve a cobrar sentido lo de centro del mundo, pues el Qosqo está entre esos dos polos, más cerca cultural y geográficamente a La Paz, aunque políticamente unido a Lima (que se va acercando al sur por la fuerza e ímpetu de los migrantes que la pueblan). Por eso sigo sin entender, por ejemplo, esos chauvinismos trasnochados que hacen que se presente una danza puneña como "Llameros" y su versión boliviana "distorsionada" como "Llamerada" (esto me recuerda a la broma aquella de la niñez influida por ese chauvinismo en el que se dividía el Lago Titicaca, entre los hispanohablantes, en Titi para un lado y Caca para el otro, absurdos que tristemente se perennizan). Creo que habría que empezar a entender nuestras semejanzas, sin dejar de lado nuestras diferencias, dejando de lado las artificiales fronteras que nos dividen.
En fin, como decía, en Puno me siento como en casa, desde su aire, sus cerros, pasando por el utero materno que es el Lago Sagrado.

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