Lo primero que hay que decir es que se ha avanzado con el anchado de la carretera en algunos sectores, lo cual es importante, pero sigue siendo insuficiente, toda vez que dicha carretera no solo debiera ser anchada en su totalidad sino, además, asfaltada. Sin embargo, es increíble cómo hasta la fecha esa carretera sigue siendo, en general, la vieja trocha que conozco desde mi infancia. Independientemente del viaje en medio de una nube de polvo, la llegada a Paucartambo es siempre mágica y la visión del Puente Carlos V es un bálsamo contra el cansancio.
En Paucartambo, hemos buscado, entre lo ya conocido, un acercamiento a experiencias nuevas. Estuvimos, gracias a la Mamá Haydeé, mi abuela, en el cargo de los Dansaq y de los Saqra. En la primera tuve la oportunidad de conocer a un pariente, Óscar Ravelo, un artesano que exporta los conocidísimos "Niños de la Espina" a Chile; la atención que recibimos fue simplemente magnífica. En el caso de los segundos, empiezo a entender que en esta fiesta se pierde, en algunos casos, el criterio de razonabilidad, pues nos pidieron, sin ambages, que nos retiremos, pues llegarían más invitados a los que necesitaban atender. Llegó incluso un flamante Ministro de Estado, presencia ante la cual los anfitriones se deshacen en atenciones. Y esto es más notorio en la danza de los Qapaq Negro, a la que solamente vi en las calles; y es que, claro, esta fiesta es una reproducción de la propia sociedad, asumiendo los integrantes de esta danza una cierta situación de jerarquía en la fiesta.
Sin embargo, mi hijo Damir, ajeno en su niñez a esas cuestiones , me jalaba a cada momento a observar más bien una danza que es considerada de las más "populares", por el origen de sus integrantes, ellos sí fundamentalmente paucartambinos y hasta residentes en esa pequeña ciudad . Se trata de los Chucchus, que representan a los enfermos de la fiebre amarilla.
Por último, para mí, las super estrellas, los Qapaq Qolla.
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