Salimos de
Lima el domingo 13 de julio a las 6 de la mañana (una hora después de la prevista), la camioneta con el tanque lleno de petroleo y el equipo
off road en pleno: Nayra (dos años y medio), Damir (6 años), Tatiana (36 años) y quien escribe (38 años). Gracias al ingenio y a la meticulosidad de Roberto Latorre Sivirichi, mi padre, contábamos con un cuadro que nos permitió tener el registro pormenorizado del trayecto. Claro, debe tomarse en cuenta que las distancias que señalo son, por lo general, las que me indicaba el kilometraje de la camioneta y no el kilometraje externo.
La primera parte del trayecto, en la ruta Lima Cusco, es la de las conocidas "playas del sur", tramo en el que nos encontramos los primeros peajes en Lurín (S/. 3,00) y Chilca (S/. 11,00). A las 7 de la mañana estábamos ya en Bujama, donde termina la autopista con carriles independientes de ida y de vuelta, y, a las 7:30, en Cañete. A las 8 de la mañana llegábamos a Chincha, situada en el kilómetro 200, donde nos encontramos el tercer peaje (S/. 11,00). Vaya que tres peajes en esa distancia no parece muy técnico ni adecuado, sin negar que el estado de la pista es muy bueno, al igual que la señalización.
Una hora y media después (9:30) atravesábamos Ica, ciudad ubicada en el kilómetro 277 y previo paso por el peaje ubicado en el kilómetro 275 (S/. 5,50). Hay que señalar que desde Pisco e incluyendo la ciudad de Ica, las huellas dejadas por el terremoto del año 2007, aun marcan profundamente esos lugares, pues se puede observar muchos inmuebles derruidos. Hay mucho trabajo de reconstrucción pendiente.
Íbamos acercándonos a nuestro primer punto de destino, la ciudad de Nazca. La ciudad de Palpa está ubicada en el kilómetro 402 y, para llegar a ella, hay que atravesar un serpentín con pronunciadas bajadas y subidas. Llegamos a Nazca (ubicada en el kilómetro 450) a las 11 de la mañana, previa parada en el peaje (S/. 7,50).
Viajar con niños es una experiencia muy bonita, pero al mismo tiempo más complicada y hay que estar preparado para ello. Felizmente, Tatiana tiene mucha experiencia en el trabajo con niños y eso nos permite tenerlos distraídos, sobre la base de juegos o pequeños distractores como caramelos, frutas, etcétera. Pero un trayecto de cinco horas (sin dejar de tomar en cuenta las pequeñas paradas en el intermedio) es ya un tramo considerable que agota a cualquier pequeño y, por ello, decidimos almorzar en Nazca, aunque no fue la mejor de las experiencias, pues el restaurante que encontramos no inspiraba, precisamente, confianza respecto a la higiene y buenas prácticas en la preparación de los alimentos.
Tramo Nazca-Puquio-Chalhuanca
Debe tomarse en cuenta que hasta Nazca es la parte más simple de la ruta, pues es a partir de ese punto que se inicia el ascenso hacia el Cusco, atravesando las regiones naturales Yunga, Qeshwa y Puna. De Nazca partimos a las 13:00 horas, previo recargue de petróleo (tomar nota de que a lo largo del trayecto se encuentran grifos, pero en ellos solo se ofrece, mayormente, petroleo y gasolinas de 84 y 90 octanos). Unos 15 kilómetros después del desvío de Nazca hacia Puquio, se inicia el fuerte ascenso hacia Pampa Galeras, debiendo sortear para ello la denominada "Cuesta del Borracho", que es una subida con una serie de zig-zag, de curvas y contracurvas cerradas y ,muy pronunciadas, además de la "Cuesta de Toro Muerto". Este trecho es realmente complicado, más si se viaja con niños, pues la recurrencia de las curvas hace que sea muy factible que se sientan los síntomas del conocido "mareo" (que se confunde con el soroche, males, si se quiere, completamente diferentes), además del mal estado de la carretera. Para ello, tomando en cuenta las experiencias pasadas y previa consulta con el pediatra, hicimos que los pequeños tomaran la dosis correspondiente de Gravol cada 8 horas, aunque para la subida hacia Puquio adelantamos la toma. Además, en este tramo hay que tener mucho cuidado con los buses y camiones que bajan, pues no tienen miramientos para invadir el carril contrario.
Pues bien, luego de ese fuerte ascenso, llegamos hacias las 15 horas (omitimos el registro de este dato importante) a Pampa Galeras (ubicada aproximadamente en el kilómetro 531), un altiplano que es atravesado por la carretera en unos 21 kilómetros y que ofrece a los viajantes un espéctaculo realmente hermoso: manadas de vicuñas rumiando los pastos y el ichu que la naturaleza les ofrece y, prácticamente, sin incomodarse por la presencia de los extraños.
Claro es una zona de reserva natural y ecológica en la que es poco probable que los cazadores furtivos puedan matar a estos animales para sacar provecho de su lana u otro fin, pues podrían ser descubiertos con cierta facilidad, a pesar de que no hay una vigilancia permanente. Uno puede ver a estos animales a distancias cortísimas, a penas unos pocos metros y si va con mucho cuidado, ´puede aproximarse casi hasta tocar a esos animalitos. En
Pampa Galeras estuvimos cerca de una hora, para luego llegar a
Lucanas (kilómetro 580) a las 16:00 horas, previo paso por el peaje (S/. 3,90) que se levanta como punzante ironía, pues el estado de la carretera entre Nazca y Puquio es muy malo, salvo algunos tramos excepcionales. Esta situación llama a realizar una necesaria reflexión, pues este tramo atraviesa el departamento (Ayacucho) en el que la guerra política se desarrolló con mayor virulencia, no obstante parece que no se toma las medidas para integrarlo al país. Ahora bien, se me indicó que el concesionario de esta vía iniciaría las obras el 15 de agosto venidero.
Llegamos a Puquio (kilómetro 607) cerca a las 17:00 horas y aunque paramos un rato, decidimos continuar hasta Chalhuanca, a donde nos enrumbamos a las 17:23 horas. Y es que queríamos ganar un trecho más del camino, sin dejar de indicar que la pequeña ciudad de Puquio no ofrece mayor atractivo, pues incluso, desde la distancia, se muestra como una ciudad gris (por el color de sus techos de calamina).
La carretera que va desde Puquio hasta Chalhuanca está en buenas condiciones de mantenimiento y señalización. Este trayecto, a partir de las 18:00 horas lo hicimos acompañados de la oscuridad. Nos cruzamos en el camino, con Pampamarca (kilómetro 715), una nueva planicie en la que es posible acelerar un poco más y luego Cotaruse (kilómetro 775), previo paso por el peaje (S/. 3,90) en el kilómetro 765. Finalmente, llegamos a Chalhuanca (kilómetro 796) a las 20:30 horas y, de inmediato, buscamos un hotel en el que pasar la noche. La oferta no es la mejor y los precios son, en comparación con la calidad de los servicios, altos.
Por otro lado, debo indicar que en nuestro caso, la decisión que tomamos en Puquio de continuar hasta Chalhuanca nos costó el fuerte mareo que sufrió nuestro hijo mayor, pues antes de llegar a Chalhuanca tuvo nauseas y vomitó, lo que le generó gran malestar. Quizá habría sido mejor quedarse en Puquio, pero al final, las decisiones se tomaron en el momento y no queda otra que continuar. El sueño, para ello, es sumamente reparador, pese a la poca comodidad del hotel.
Chalhuanca-Abancay-Cusco
Al día siguiente, emprendemos viaje hacia Abancay a las 8:40 horas. Preferimos descansar un poco más y darles un respiro a los niños, pues la ruta hacia Abancay, ciudad encañonada, es particularmente pesada. En Paticruz nos encontramos con un nuevo peaje (S/ 3,90), ubicado en el kilómetro 867; son las 9:43 horas. Continuamos y a las 10:28 horas llegamos a la ciudad de Abancay, en el kilómetro 915. En esa ciudad que vimos desde la altura y a la que llegamos después de una larga bajada, paseamos un rato, distrayendo a los niños.
A las 11:30 horas, emprendimos la salida para Cusco, pasando por Saywite (kilómetro 965) a las 12:55 horas; en este pueblo existen restos arqueológicos que pueden visitarse. Posteriormente, llegamos a Curawasi (kilómetro 990) a las 13:30, donde nos quedamos a almorzar; este pueblo tiene un olor característico a anís, pues es un producto que se cultiva en grandes cantidades, a pesar de lo cual, cuando pedimos en el restaurante un mate de anís, nos trajeron uno, pero filtrante, como irónica paradoja; además, se encuentra linaza. Compramos bolsas de ambos productos y continuamos nuestra marcha hacia el ombligo del mundo a las 14:25 horas. A las 14:54 horas llegamos al Puente Cunyaq, que marca el límite de los departamentos de Apurímac y Cusco y que se encuentra en el kilómetro 1016.
La carretera está en buen estado y, en vista de que el trazo es menos accidentado, llegamos a la ciudad de Limatambo (kilómetro 1038) a las 15:14 horas; luego hay un nuevo peaje (S/. 3,90) en el kilómetro 1063, el último. En la Pampa de Anta nos dio alcance una comisión off road, con la que hicimos juntos el tramo faltante, llegando al Cusco en el kilómetro 1111.